Carles

Carles

¿Cómo has vivido las diferentes etapas de tu vida conviviendo con una cardiopatía?

Salvo las intervenciones con 2 y 6 años, de las que tengo pequeños recuerdos, durante mi niñez, adolescencia y hasta cerca de los 50 años, he sido un privilegiado dentro de los congénitos porque siempre he hecho ”vida normal”, con revisiones, más o menos continuadas, pero sin privaciones. Esto quiere decir que he hecho cosas buenas y de no tan buenas para mi salud.

Con 47 años sufrí una arritmia ventricular fuerte. Esto hizo que saliera del Hospital de Bellvitge con un DAI y derivación hacia el equipo de cardiopatías congénitas del Hospital Vall d’Hebron. Después de un año, tuve que pasar por quirófano por by-pass y recambio de válvula pulmonar.

Sinceramente, según iban dándome noticias de lo que me tenían que hacer, iba pasando de susto a estado de choque. Primero con el DAI y después con el hecho que tendría que enfrentarme de nuevo a abrir “la cremallera” del pecho. En aquella época estaba yendo a andar bastante, haciendo bicicleta de montaña y había dejado el tabaco hacía 4 años. Me sentía bien con mi cuerpo y estado de forma, y no entendía cómo me podía pasar todo aquello que me estaban diciendo los médicos. Si me encuentro genial, les decía.

Los meses de espera anteriores que me llamaran para ir a la intervención, tenía la sensación, por cosas que me iban pasando, como reencontrar compañeros del EGB, volver al lugar de trabajo donde empecé a la empresa…, que estaba despidiéndome de la vida. Cómo si cerrara círculos. Hasta que me di cuenta que no podía entrar a quirófano derrotado, porque entonces seguro que no saldría. Así que cambié el “chip” y lo puse en modo positivo.

¿Sigues controles periódicos con tu cardiólogo/a de referencia?

Hago visitas anuales con mi cardióloga, controles también anuales del DAI y otras pruebas médicas preventivas. Todo esto en el Hospital Vall d’Hebron. Y también he pasado un par más de veces por quirófano por unas arritmias auriculares un poco molestas.

¿Trabajas? Si es así, has tenido que adaptar tu trabajo a la nueva condición de salud?

He trabajado desde los 21 años en la banca, a diferentes oficinas y pasando dos fusiones de entidades. Cuando tuve la arritmia ventricular y me pusieron el DAI, estuve diez meses de baja y tres reincorporado hasta la intervención de cambio de válvula. Aquí la recuperación fue más “durilla” y fue el tribunal médico quién me dio el alta pasado un año.

Al reincorporarme, toda la adaptación que hizo la empresa para seguir las recomendaciones de su mutua(que evaluó si era apto para continuar a mi trabajo) fue destinarme a una oficina al lado de mi casa para que pudiera ir y volver andando. Seguía haciendo tareas de atención al cliente y caja, teniendo que hacer todos los trabajos y los cursos atrasados. Llegaba a casa agotado mentalmente y prefería descansar y hacer la siesta antes que comer. Después de un año y medio, tuve un ataque de ansiedad y volví a coger la baja, por recomendación de mi doctora de cabecera. Cuando llevaba 10 meses de baja, coincidió justamente con el periodo de confinamiento por la COVID-19, y esto hizo que el tribunal médico me alargara la baja hasta el tope de dos años (no hacían visitas presenciales).

Reincorporado otra vez, la diferencia fue que, entonces, me destinaban al equipo de suplencias. Esto quería decir mismo trabajo e ir cambiando de una oficina a la otra, según convenía a la empresa. El año 2022 surgió la oportunidad de acogerme a un ERTE y no lo dudé. Ya no me veía capacitado mentalmente, ni motivado, para hacer mi trabajo.

¿Cómo es tu día a día? Has tenido que dejar o aparcar alguno de tus proyectos de vida?

Tal y como he comentado, el trabajo de toda la vida lo he dejado. Pero como dice la dicha: “No hay mal que por bien no venga”. Durante la primera baja laboral, descubrí gente que también tenía como hobby mi pasión por Star Wars. Y como quien no quiere la cosa, empecé a ocupar mi tiempo libre a hacer réplicas de trajes, voluntariado, maquetismo y otras cositas relacionadas con este mundo de fantasía. Siento que haciendo esto, que me encanta, hago mi propia terapia, me lleno de positividad y puedo trasladarla al resto de niños/as, madres/pares, hermanos/as, abuelas/os, enfermeras, médicos… que vemos a las visitas que hacemos a hospitales y escuelas, o haciendo apoyo/colaboración y dando visibilidad a organizaciones diversas (como AACIC o CorAvant), o haciendo campañas del Banc de Sang, exposiciones, salones, cines y todo aquello donde nos llaman para acontecimientos solidarios.

¿Practicas deporte? Si es así, qué tipo de deporte haces y cuántos días en la semana?

Practico menos deporte del que querría y necesito por salud. Salgo a andar o en bicicleta de vez en cuando. Hace poco me he confabulado con mi enfermera del CAP para ponerme más seriamente: quiero decir que me controlará. Tengo que ser más constante e incluir ejercicios de esfuerzo. Ciertamente durante el confinamiento de la COVID, mientras estaba de baja, con mi mujer y mi hijo nos propusimos hacer ejercicio de entre media hora en una hora diaria. Obtuve el objetivo que me fijé: llegar a los 70 kg (perdí 13 kg durante el tiempo que duró el confinamiento).

Y el tema de la alimentación, ¿cómo lo llevas?

El tema alimentación es complicado. Como variado, pero tengo que reducir las cantidades de pasta, pan y gelatinas/yogures que me pongo al plato. Últimamente, he dejado de beber diariamente leche de vaca y coca-cola y los he sustituido por agua. Todavía tengo que coger por costumbre beber más a menudo.

¿Cómo te ha ayudado la Fundación CorAvant a adaptar tu vida a las nuevas condiciones de salud?

Os he explicado que sufrí un ataque de ansiedad. Hacía poco tiempo que, en una visita de control en el hospital, pregunté a la enfermera de mi doctora si conocía alguna asociación de enfermos del corazón. Ella me dirigió a la Fundación CorAvant. Una vez hecho el contacto, todo fueron facilidades para poder hacer sesiones con Rosana (psicóloga), que me ayudó a reconducir y aprender a controlar las subidas y bajadas de exaltación/excitación cuando las cosas no salen como uno quiere o cree que tienen que salir. Y de aquí ya hacia las sesiones grupales virtuales y mensuales con los mayores de 25 años.

Bien es verdad que yo era escéptico a todo este tema. No tenía claro qué me podía aportar hablar de temas diversos con desconocidos. Una cosa era la psicóloga y la otra hablar de temas diversos con gente que no conocía. Una vez vas incorporándote al grupo, a su dinámica y vas conociendo a las personas que forman parte de él, abres la puerta a las diferentes maneras de ver la vida de gente con diferentes edades, género, inquietudes… Y entiendes las angustias, las privaciones y dificultades que unas y otras hemos ido pasando y hemos puesto en común. Pero, sobre todo, la alegría de vivir, de seguir adelante, el apoyo incondicional, la comprensión sin caer en la complacencia y pena que a veces recibimos de nuestro entorno. Todas y todos hemos pasado por alguna experiencia u otra que no tenemos claro como afrontar. El grupo te anima a encontrar el qué, el cómo, cuándo, quién y por qué. Y la guía, la moderación, el orden, la aclaración y el apoyo de Gemma (psicóloga) hace que los encuentros mensuales sean amenos, divertidos y, sobre todo, enriquecedores. Además, tenemos un grupo de whatsapp donde sabes que siempre hay quien te responderá, por lo que haga falta, sea lo que sea. Alguien ha dicho que somos como una familia. Lo hemos podido ver en la despedida de una de las nuestras, Griselda, que a la vez era presidenta de CorAvant. La echaremos mucho de menos, y entre todas y todos mantendremos su fortaleza de vida dentro del grupo.

¿Te gustaría hablar de algo que no te hayamos preguntado?

Querría daros las gracias para estar. Creo que no somos suficientes conscientes del esfuerzo, las horas, las ganas, la dedicación que ponéis en este proyecto todas las que trabajáis, para que esta Fundación y Asociación sigan en pie.