Minerva

Minerva

Podríamos decir que hasta hace relativamente poco, has llevado una “vida sana”. Hasta que un día, de repente, tuviste un infarto agudo de miocardio y angina de pecho. ¿Me podrías hablar de cuando empezaste a notar que había algo que no acababa de ir bien?

Desde los 9 años que tengo diabetes tipo 1. En 2019 me ingresaron por una angina de pecho. Y, un año más tarde, en 2020, entré a urgencias por un infarto. Yo no pensaba que era un infarto y el personal que vino con la ambulancia, tampoco. Estaba muy mareada, vomitaba, no me podía aguantar de pie. La sensación era muy angustiosa. Cuando llegué al hospital, el médico me dijo que había sido un infarto, leve, pero un infarto.

¿Cómo te enfrentaste a ello?

Estaba asustada. Un infarto no es cosa ligera. Primero no me lo podía creer. No estaba haciendo nada para que esto pasara. Sigo una dieta más o menos equilibrada y ya hacía años que había dejado de fumar. No entendía por qué me había pasado a mí. Además, está la historia de mi padre, que estuvo crítico y tuvo tres infartos seguidos.

Lo enfrentas de una manera que dices “vayamos a ver qué pasa”.

Me han quedado algunas limitaciones. Por ejemplo, para ir a trabajar le tengo que pedir, a mi marido, que me lleve y me venga a buscar. Vivo en Terrassa y trabajo en el Hospital Clínic de Barcelona. Hay muchas escaleras para llegar y el ascensor no siempre funciona. Tengo suerte de que mi marido hace años que está jubilado. Pero no he tenido que adaptar mi trabajo. Soy administrativa en el hospital y trabajo sentada. El trabajo no me ha cambiado y con los compañeros y mi jefa estamos muy bien, no tengo ninguna queja.

¿Sigues controles periódicos con tu cardiólogo/a de referencia?

Sí, con la cardióloga que me lleva en el hospital. Sí que es cierto que estoy en dos hospitales: uno es el que yo trabajo, el Hospital Clínic, que es donde me controlan; pero también el hospital de Terrassa decidió que ellos querían también sus controles porque es mi hospital de referencia.

¿Cómo es tu día a día? Has tenido que dejar o aparcar alguno de tus proyectos de vida?

Antes salía a andar, salíamos a pasear, hacíamos ocho o diez kilómetros, pero ahora no los puedo hacer. Si es camino plano, todavía, pero me tengo que parar. Mi marido ya lo sabe, porque él tira adelante y de vez en cuando se gira para ver si me he quedado atrás. Esto es lo que más he cambiado: andar, ya no tengo la resistencia que tenía. Pero el resto todo más o menos igual.

Y el tema de la alimentación, ¿cómo lo llevas?

Me gusta la cocina y cocino también muy sano. Sí que me dijeron “algo menos de sal”, pero, desde siempre, que cocino con muy poquita sal. Es una cosa que ya lo hacía mi madre y es la costumbre. Yo ya comía mucha verdura, muchas cosas a la plancha. Un día comes arroz, por supuesto, pero comes un poco, tampoco te pones dos platos. No me gustan los fritos. Tomo café solo sin azúcar desde siempre, y está súper bueno.

Hay muchas cosas que se pueden hacer. Yo siempre digo que se tiene que mirar la parte positiva. Sí que es cierto que tienes momentos en la vida. Yo al principio no lo llevaba tan bien. Ahora lo llevo mejor. Gemma también me ha ayudado mucho.

¿Cómo te ha ayudado la Fundación CorAvant a adaptar tu vida a las nuevas condiciones de salud?

Al principio estás mucho de bajada, al menos en mi caso. Todas las cosas que me pasaban, las ponía dentro del mismo saco. Hasta que me di cuenta de que todo pasa, pero, cuesta. Gemma, la psicóloga de la Fundación CorAvant, me dijo: “escucha, está bien que hablemos, pero si tú no te ayudas, no superaremos nada.” Ahora, con Gemma, no nos vemos tan seguido, pero sé que si necesito algo, siempre le puedo enviar un whatsapp.

¿Te gustaría hablar de algo que no te hayamos preguntado?

Agradeceros a todos porque hacéis muy buen trabajo, nos ayudáis mucho, o sea que, muchas gracias.