
El martes 8 de abril, la Facultad de Medicina de la Universidad de Vic acogió la mesa redonda “Cicatrices que curan”, una actividad dentro del marco de la exposición DesCORda’t, centrada en el impacto físico y emocional que pueden tener las cicatrices.
El acto reunió profesionales de la medicina, la psicología y una voz en primera persona para hablar de las cicatrices: aquellas que se ven y, sobre todo, las que no se ven.
“No los curamos, los reparamos.”
Con esta frase, el Dr. Ferran Rosés, jefe del Servicio de Cardiología Pediátrica del Hospital Vall d’Hebron, puso de relieve el reto que supone acompañar niños y niñas con cardiopatía a lo largo de la vida. También destacó los adelantos médicos: “La innovación tecnológica ha avanzado muchísimo. Lo que hago hoy no lo habría pensado en la vida que lo haría.” Y miró hacia el futuro: “Los retos son los gemelos digitales, los materiales absorbibles y la cirugía mínimamente invasiva.”
“Me siento tanto a gusto cuando puedo ayudar a alguien que tiene una cardiopatía.”
La Dra. Sílvia Montserrat, jefa de Cardiología al Consorci Hospitalari de Vic Cardiopatías Congénitas del Adulto en el Hospital Clínic, hizo hincapié en la pasión por su trabajo y en la importancia de cuidar los pacientes a lo largo de su ciclo vital: “Depende de qué cardiopatías, tienes que poner algún límite en el deporte.”
“La persona que tiene un problema de corazón es una persona por encima de todo.”
Así lo expresó Gemma Solsona, psicóloga sanitaria de la Fundación CorAvant, recordando la importancia de tener una mirada humana e integral: “Esperamos que cada vez haya menos repercusiones en el día a día de las personas que conviven con una cardiopatía congénita.” También destacó una realidad cada vez más presente: “Tenemos un volumen de población adulta muy importante.”
“La cicatriz nunca me ha acomplejado.”
Aina Riera, operada de cardiopatía a los 11 meses y a los 5 años, y del pulmón a los 12, emocionó al público con su historia vital. “Desde pequeña ya sabía el límite que podía tener.” Y añadió: “En las colonias de AACIC (Asociación de Cardiopatías Congénitas) pude ver que no soy la única persona a quien le ha pasado esto.” Con su sonrisa característica concluyó: “Puedo hacer lo mismo que otra persona, pero con cierto límite.” Y un deseo claro: “Espero seguir teniendo una vida normal.”
Esta mesa redonda puso de manifiesto que las cicatrices, lejos de ser un motivo de esconderse, pueden ser símbolos de lucha, adaptación y esperanza.