Vivir aquí y ahora

Somos el 8% de la sociedad, al menos aquí en Barcelona, pero los medios de comunicación solo hablan de nosotros de vez en cuando, como pasa con las personas con enfermedad mental, para aumentar el estigma o para mostrarnos como superhéroes, cuando muchos de nosotros no hacemos grandes gestas, con sobrevivir ya tenemos bastante.

La Convención de la ONU de 2006 reconoce los derechos de las personas con discapacidad y dice que tenemos derecho en la vida independiente y a escoger como y donde vivir, y en nuestro país ¡se nos deriva a las políticas de dependencia!

El gobierno lleva muchas reuniones para sacar la palabra «inválido» de la Constitución y todavía no lo ha conseguido.

La sociedad cambia y las personas nos hemos hecho más independientes. Ser dependiente a cargo de la familia hoy es un valor rechazado. Es un horror para la persona cuidadora tener una obligación que, a día de hoy, pienso que finaliza, por agotamiento, en la crianza de los niños. Es un horror para la persona cuidada, porque no puede decidir ni cuando, ni como; y muchas veces es una situación de poder, de una persona sobre la otra.

Nosotras creemos que no es tan complicado. Estamos de acuerdo que nos incapacita el entorno, aquí radica nuestro problema y de aquí podrían partir nuestras soluciones. Tener un entorno que capacite supone tener un lugar para vivir, para trabajar, para ir a los lugares, para relacionarnos y desarrollar nuestro potencial personal, como cualquier miembro de la sociedad.

Solo nos hace falta algún profesional y/o animal o herramienta para complementar aquello que no podemos hacer: un asistente personal, que nos echa una mano con las tareas básicas o que nos ayude a entender, tanto para la discapacidad psíquica como para las personas con enfermedad mental, que, además, también colabore con el autocuidado y en las actividades instrumentales; un traductor de lengua de signos, en el caso de las discapacidades auditivas; un perro y la escritura braille, para las personas con discapacidad visual; documentos de comprensión fácil, adaptados para quienes lo necesiten… Todo esto está muy poco desarrollado, los políticos que gestionan los recursos no lo saben.

Creo que hace falta mucha divulgación y sensibilización, la sociedad tiene que conocer nuestra situación y por eso tenemos que ser capaces de explicarla. Yo he escogido el camino del activismo y todavía me sorprende que seamos tan pocos y, en ocasiones, poco avenidos. ¡En casa no nos llevarán las soluciones!

La sociedad tiene que saber que lo que necesitamos es indispensable para nosotras pero que también mejora la vida del resto de las personas. Todas nos haremos mayores, podemos tener accidentes con discapacidades sobrevenidas y todas nos podremos beneficiar de una sociedad que tenga las ayudas previstas, una sociedad inclusiva.

 

Letícia Esporrín
Miembro de la Junta Directiva de ECOM

 

 

Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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Relajarte, una forma de vivir el ahora y el aquí

La mayoría de las veces que experimentamos estos síntomas, tanto físicos como mentales, lo que queremos es huir, y muy pocas veces intentamos entender y aceptar qué es lo que nos está pasando.

¿Sabías que cuando empiezas a tomar conciencia de las sensaciones del cuerpo, los pensamientos que tienes sobre el dolor y las emociones que desencadenan es cuando el sufrimiento se reduce?

Desde la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y la Fundación CorAvant somos conscientes que vivir y convivir con una cardiopatía congénita puede provocar angustia y sufrimiento, sobre todo cuando llegan momentos significativos en el tratamiento de la patología: cuando te dicen que tu hijo o tu hija nacerá con una cardiopatía, cuando de mayor te comunican un cambio en tu estado de salud, con la llegada de una nueva intervención quirúrgica, o con el proceso de aprendizaje de convivir con tu cuerpo y aceptar tus limitaciones.

Es muy importante ser consciente de todo esto y darte cuenta que tus problemas físicos y emocionales pueden ser derivados de la carga que puede suponer en algunos momentos luchar contra esta enfermedad crónica. Es por eso que tenemos que cuidar nuestro cuerpo, atender las señales de malestar que nos envía y poner remedio o, como mínimo, conocer como podemos soportar mejor estos momentos difíciles.

La importancia de relajarnos

La práctica de la relajación puede ser una buena manera de hacer frente a este desgaste físico y emocional, a las situaciones que nos desbordan, puesto que nos permite desconectar por un momento de las dificultades cotidianas y centrarnos en un rato de paz y serenidad. Las técnicas de relajación son muy beneficiosas para controlar el estrés y la ansiedad, y, además, fortalecen nuestras defensas.

Cuando nos relajamos estamos en un momento de conexión interna que nos facilita ser conscientes de la relación que tenemos con nuestro cuerpo y nuestra mente. Este estado nos ayuda a conocernos mucho mejor y a poder hacer cambios para mejorar nuestro estado de salud físico y emocional.

Si practicamos de manera habitual la relajación, conseguiremos sentirnos en calma, aumentaremos la autoconfianza y la autoestima, y tendremos más seguridad y capacidad a la hora de afrontar las situaciones complejas que nos puedan venir. La relajación, pues, nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida en general.

Taller de relajación Cuerpo y Mente

¿Te gustaría practicar la relajación y no sabes por donde empezar?

Desde AACIC y la Fundación CorAvant te ofrecemos el Taller de relajación Cuerpo y Mente en formato virtual. Se trata de un taller de una hora en la semana, que se hace en pequeños grupos (mínimo 5 personas y máximo 20).

Este taller está dirigido a personas jóvenes y adultas que viven con una cardiopatía, a padres y madres que tienen un hijo o una hija que tiene una cardiopatía y al público en general.

Durante las sesiones practicamos ejercicios de corrección postural y de estiramientos de las diferentes partes del cuerpo, la respiración consciente y la visualización, para conseguir un estado de bienestar físico, mental y emocional. Al final de cada sesión, todas las personas que quieran pueden compartir con el resto del grupo su experiencia, valorar las sensaciones vividas y el beneficio obtenido con la práctica del taller.

Es un momento de placer, de desconexión física y mental. Es una sensación muy agradable.

Desde que lo practico con continuidad duermo mejor, tengo menos estrés.

Ahora conecto mejor con lo que estoy sintiendo físicamente y mi cabeza ya no se me va hacia otra cosa, estoy más concentrada.

 

 

Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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Digamos sí a las pequeñas cosas…

Y se preguntan: ¿Cómo puede ser que personas que tienen tantas dificultades en su día a día puedan ser felices?

La respuesta podría ser que hay personas con discapacidad, y no todas, igual que personas sin una aparente problemática, que saben vivir y disfrutar de las pequeñas cosas que les lleva la vida.

¿Y cómo se hace esto?

Muchas veces esta actitud positiva es parte del carácter, pero en la mayoría de los casos es algo aprendido. Se trata de vivir el ahora y el aquí y valorar las pequeñas cosas que llegan y no olvidarnos de ellas perdidos en la busca de una felicidad absoluta que no llegará nunca.

La filosofía de vivir la aquí y la ahora es antigua, pero últimamente parece que ha vuelto a ponerse de moda y la práctica del mindfulness gana adeptos por instantes.

Más allá de las modas, hay varios estudios que avalan científicamente los beneficios de esta práctica: mejora la salud física y mental, reduce el estrés y la ansiedad, reduce el dolor crónico, etc.

Vivir el aquí y el ahora quiere decir poner el foco en aquello que estamos haciendo en el momento que lo hacemos y prescindiendo de todo el resto, focalizarnos en el momento presente, olvidando el pasado y el futuro, y esto nos ayuda de varias maneras: para un profesional, es la forma de concentrarse a hacer su trabajo de la manera más eficaz y correcta posible; para una madre o padre, significa dar la atención a su criatura como si no hubiera nada más en el mundo; para una amiga, significa mirar a los ojos a la persona que le está explicando alguna preocupación, dándole presencia.

Esta manera de vivir parece fantástica para las personas en general, pero, para las personas con discapacidad, también les tiene que aportar beneficios, ¿verdad?

Tener una discapacidad que te limita genera una gran ansiedad y estrés; las trabas del nuestro entorno nos pueden hacer perder la paciencia y generar sentimientos de impotencia que nos lleven a la depresión; el dolor físico con el que tenemos que bregar cada día nos puede llegar a abrumar y a imposibilitar de hacer vida normal; y un largo etcétera.

Viendo personas con discapacidad que se muestran felices y disfrutan de la vida surge la pregunta: ¿es que su discapacidad es menos intensa e incapacitante que otra? ¿O es la actitud con que se lo toman la que marca la diferencia?

He escuchado a menudo que la felicidad es una actitud, es disfrutar de los pequeños momentos de la vida, se trata de ir haciendo pequeñas cosas que al final harán un gran que. Como ir poniendo granitos de arena que al final formarán una duna. Dicen que un elefante te lo comes pedazo a pedazo, ¿verdad?

Si no sabemos cómo hacerlo, podemos probar lo que dice un amigo mío: «Di que sí a las pequeñas cosas: cuando alguien te pide algo fácil de cumplir como quedamos para hacer un café, ven a jugar conmigo, mama…; sonríe que el día es bonito; o envía un ‘mensajito’ a aquel amigo del que parece que te has alejado últimamente…»

Si dedicamos nuestra energía y amor, si nos enfocamos en el momento ahora y aquí, no sé si podremos decir que somos felices, pero sí que hemos puesto toda nuestra energía a hacerlo posible y esto ya cuenta! ¿Lo probamos?

PD. Vivir el aquí y el ahora también implica reivindicar los derechos de una forma asertiva y creando red. Esta tenacidad reivindicativa también se tiene que vivir y aporta felicidad, pero sin dejar de disfrutar del resto de momentos. Nos entendemos, ¿verdad?

 

Esther Jolonch Olaortua
Vicepresidenta de COCEMFE Catalunya y directora de la Fundació Catalana per a la Paràlisi Cerebral

 

 

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Vivir el aquí y el ahora

A pesar de que saber disfrutar del momento presente parece una obviedad, son muy pocos los que lo consiguen. Nos hemos acostumbrado a vivir rememorando el pasado o imaginando el futuro, eludiendo el hecho de que la vida se reduce en el momento presente; en definitiva, nuestra mente pasa parte de la vida estancada en el pasado o pensando en el futuro. No es malo recordar momentos pasados, sean buenos o malos; el problema surge cuando revivir el pasado se vuelve una costumbre, cuando quedamos anclados en el pasado y no conseguimos sentirnos bien en el momento presente. Es fundamental aprender a centrar nuestra atención en el ahora y entender que el pasado y el futuro son realidades en las cuales no podemos intervenir. El presente es todo lo que existe, es la única realidad que tenemos a nuestro alcance. No siempre es necesario disfrutarlo, pero sí que es fundamental ser conscientes de lo que está sucediendo en todo momento.

Vivir el momento presente implica afrontar con actitud abierta todo aquello bueno y malo que nos pasa, aprender a reconocer nuestras emociones y sentimientos, y aceptarlos tal como son, siendo capaces de evitar que la tristeza o la añoranza por el pasado, o la ansiedad y la incertidumbre del futuro nos paralicen. Durante años se nos ha enseñado a controlar las emociones, sobre todo a evitar el dolor emocional. Las emociones no se pueden rehuir ni se tienen que controlar; si las sentimos es por algún motivo, e identificarlas y gestionarlas nos ayudará a vivir en plenitud y disfrutar del aquí y el ahora. Dejar atrás el pasado, evitar controlar todo aquello que nos pasa y poner la atención plena en cada cosa que hacemos, nos ayudará a disfrutar de forma consciente, despierta y atenta. Saborear lo que comemos con todos nuestros sentidos, apreciar las texturas, oler los aromas de la natura y apreciar todos los colores de nuestro alrededor, nos ayudará a experimentar bienestar y plenitud de vivir el presente, y acontecerá una de las claves de nuestra salud mental.

 

Griselda Fillat
Presidenta de la Fundación CorAvant

 

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«El momento presente es el único que tienes, haz del ahora el centro fundamental de tu vida»

«Nada pasó en el pasado; pasó en el ahora. Nada pasará en el futuro; pasará en el ahora.

Lo que piensas que es pasado es un registro almacenado en tu mente de un ahora anterior. Cuando recuerdas el pasado, activas un registro de la memoria y lo haces en la ahora. El futuro es un ahora imaginado, una proyección de la mente. Cuando llega, lo hace como un ahora.»

La mente hace demasiado ruido

Tal y como dice Marc Allen en el prólogo de El poder del ahora, nos dejamos llevar demasiado por nuestros pensamientos y las expectativas:
«Los problemas no los crean los otros ni el mundo de allá afuera, sino nuestra mente con su incesante flujo de pensamientos, recuerdos del pasado y preocupación para el futuro. Cometemos el gran error de identificarnos con nuestra mente, pensando que somos ella cuando, de hecho, somos seres mucho más grandes.»

Eckhart Tolle dice:

«¿Por qué la mente se resiste al ahora? ¿Por qué lo niega? Porque no puede funcionar y conservar el control sin el tiempo que es pasado y futuro, de forma que percibe el ahora intemporal como una amenaza. Tiempo y mente son de hecho, inseparables (…) Necesitamos la mente y el tiempo para funcionar, pero llega un momento en el que se apropian de nuestras vidas y es entonces cuando se instaura la disfunción, el dolor y el sufrimiento.»

Observar las emociones

Indignación, rabia, injusticia, incomprensión son algunas de las emociones que todas y todos podemos sentir cuando recibimos una noticia relacionada con una enfermedad, como puede ser una cardiopatía, o bien cuando hay un cambio en el estado de nuestra salud, o nos estamos preparando para una intervención quirúrgica.

Observar estas emociones es tan importante como observar nuestros pensamientos. Practica el hábito de preguntarte: ¿qué está pasando dentro de mí en este momento? Pero sin analizar, simplemente observa, enfoca tu atención adentro, siente la energía de la emoción que estás teniendo.

La queja productiva

Tolle dice:

«Observa tu queja –ya sea de palabra o de pensamiento– de la situación en la que te encuentras, de lo que los otros dicen o hacen, de tu entorno, de tu situación de vida, incluso del tiempo. Quejarse siempre es no aceptar y comporta una carga de inconsciencia y negatividad. Cuando te quejas, te conviertes en una víctima; cuando te expresas, asumes tu poder; por lo tanto, cambia la situación emprendiendo una
acción o expresando lo que piensas siempre que sea posible o necesario; abandona la situación
o acéptala.

¿Estás preocupada o preocupado? ¿Acostumbras a pensar en que pasaría sí…? Entonces estás identificado con tu mente, que se proyecta en una imaginaria situación futura y genera miedos. No hay manera de poder afrontar esta situación, porque no existe. Es un fantasma mental. Puedes pararlo volviendo a tomar conciencia del momento presente (…) El único con lo que tienes que liderar en la vida real es este momento. Pregúntate qué problema tienes ahora mismo, no el año que viene, mañana o ¡de aquí cinco minutos! ¿Qué es lo que está mal en este momento?»

La clave de todo esto se encuentra en la seguridad y la confianza de tener claro quién eres tú y dónde eres ahora.

Conectar con el momento presente es aceptar

La cardiopatía forma parte de tu situación de vida, sí, y en palabras de Tolle:

«Te tienes que centrar en este instante y evitar etiquetar la enfermedad porque esta quede reducida a uno o varios de los siguientes factores: dolor físico, debilidad, incomodidad o incapacidad. Y con esto es lo que te tienes que centrar ahora, y no en la idea que estás ‘enferma’ o ‘enfermo’. Saca tiempo a la enfermedad.»

Conectar con el momento presente es aceptar, sí, pero no es la aceptación absoluta de cómo estás o que te pasa en este instante; siempre es importante que tengas una perspectiva de futuro encarada en el proceso y tu responsabilidad individual de hacer que las cosas mejoren.

Si quieres que las cosas cambien, pregúntate qué puedes hacer tú para mejorar la situación que no te gusta

Toda proyección es implicación y tomar decisiones de mejora.

Cuando pienses en el futuro, piensa en las posibilidades de mejora, y olvídate del futuro mágico, porque no existe. Piensa en planes, perspectivas que te ayuden, motiven y te ilusionen. Practica el pensamiento positivo: tienes un futuro, y no tienes que pensar que te morirás.

Vive en el aquí y el ahora, pero pensar, por ejemplo, en que harás vacaciones puede ayudarte a vivir el presente; pero lo que no tienes que hacer es pensar que cuando estés de vacaciones estarás mejor que ahora.

Vivir el presente en tu día a día

Eckhart Tolle dice:

«Cada vez que subas o bajes las escalas de tu casa o del trabajo, pone mucha atención a cada peldaño, a cada movimiento, incluso a tu respiración. O cuando te laves las manos, pone atención a todas las percepciones sensoriales asociadas a esta actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón… O cuando entres al coche, después de cerrar la puerta, párate unos segundos y ¡observa tu respiración! Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia. Hay un criterio que te permite mesurar el éxito conseguido con esta práctica: el grado de paz que sientas dentro de ti.»

 

 

Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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«Gran parte de las iniciativas que hacemos con la sociedad son propuestas de nuestros trabajadores y trabajadoras»

La empresa ELIX Polymers, líder mundial en la fabricación de termoplásticos, está ubicada en la Canonja (Tarragona). En el marco de su política de Responsabilidad Social Corporativa, ELIX mantiene una relación estrecha con la sociedad y el entorno que lo rodea, colaborando con proyectos sociales del territorio para atender las necesidades de su entorno más próximo. Desde el año 2018 colabora con la Fundación CorAvant, apoyando a varios proyectos sociales de la Fundación.

¿De donde nace la iniciativa de colaborar con la Fundación CorAvant?

La iniciativa de colaborar con la Fundación CorAvant nace de un trabajador de ELIX, quien mantiene una estrecha relación con la Fundación. Desde el inicio nos gustó la propuesta y decidimos aportar nuestro granito de arena para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas con cardiopatías congénitas.

Por otro lado, en el marco de nuestro programa de Empresa Saludable “Feel Good”, que tiene como objetivo dinamizar iniciativas estratégicas que fomenten un entorno laboral saludable, hace unos años decidimos apoyar el proyecto social deportivo de Cromatic running. Una iniciativa formada por 26 corredores de la plantilla de ELIX, que dedicaron su hobby, el running, a una causa solidaria, dedicando cada kilómetro de sus carreras a recaudar fondos para CorAvant y la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC).

Háblanos un poco de ELIX.

En ELIX tenemos un ADN muy especial. Somos una empresa joven, próxima y comprometida con las personas y el medio ambiente, y es por eso que, hacemos de la responsabilidad social corporativa uno de los ejes principales de nuestra acción.

Estamos continuamente buscando la excelencia y la mejora continúa, no solo al ofrecer productos y servicios de alta calidad a nuestros clientes, sino a mejorar desde dentro para proyectar la excelencia hacia el exterior.

En este sentido, estamos inmersos en un importante cambio cultural: se trata de la dirección por misiones. Un estilo de liderazgo que pone en valor a las personas, sus motivaciones y sus valores, promoviendo el compromiso con la empresa.

En el foco de este cambio cultural hemos identificado cuatro grupos de interés: los clientes, las personas que forman parte de ELIX, la compañía y la sociedad. Dentro del ámbito de la sociedad, una de las principales misiones es la de contribuir positivamente al bienestar social, donde colaboramos con asociaciones y ONG’s de nuestro entorno local (como es el caso de la Fundación CorAvant, Creu Roja Tarragona, AECC, Afanoc Tarragona, Associació Dhides, Fundació La Muntanyeta, Pàdel amb Tu, etc)

Gran parte de las iniciativas que hacemos con la sociedad son propuestas de nuestros trabajadores y trabajadoras. Una iniciativa muy bonita que surgió de uno de nuestros trabajadores fue la donación a dos asociaciones sin ánimo de lucro de Tarragona, «Quilòmetre Zero» y «Todos en Azul”, de 4 y 8 impresoras respectivamente, con el objetivo de ayudar y apoyar a las personas que más lo necesitan.

Además, nos gusta colaborar en proyectos de voluntariado como el Programa “Reto Experimenta”, promovido por la Universitat Rovira i Virgili con el objetivo de acercar la ciencia a las aulas de alumnas de la ESO. También participamos de forma activa en el Inspira STEAM, un programa de voluntariado de profesiones STEAM que organiza la Universidad de Deusto, en colaboración con la Universitat Rovira i Virgili, para el fomento de la vocación cientificotecnológica entre las niñas de primaria, basado en acciones de sensibilización y orientación que imparten mujeres profesionales del mundo de la investigación, la ciencia y la tecnología.

¿Qué os aporta colaborar con la Fundación CorAvant?

Colaborar con vuestra Fundación y con otras entidades sociales es parte de nuestra contribución para mejorar nuestro entorno local, la sociedad, y el sentimiento de pertenencia de las personas que trabajan en ELIX. Hemos comprobado que las acciones y programas sociales que llevamos a cabo mejoran nuestro clima laboral y nos ayudan a promover nuestros principios y valores. Evidentemente, también es importante de cara a la captación de talento; los jóvenes y las personas que cambian de trabajo, o se incorporan en el mundo laboral, quieren trabajar en empresas que tengan estos valores y que sean socialmente responsables.

¿Animarías a otras empresas y organizaciones a colaborar con entidades sociales?

Totalmente. Desde nuestra área de comunicación constantemente publicamos y difundimos nuestras acciones. El objetivo es ser un ejemplo y animar a más empresas a colaborar con entidades sociales. Todas las empresas, en la medida de sus posibilidades pueden participar, y estoy seguro que obtendrán un valioso retorno. Somos conscientes que requiere un esfuerzo extra, pero lo que recibes después es mucho más de lo que das.

 

 

Esta entrevista forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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El malabarista que habita al cerebro

Entre los ponentes, Serra menciona la pareja de Tusón, la también lingüista Mila Segarra. Segarra tituló su intervención con la frase del letrero de un taller de tapicería: Se hacen sillas tejidas y se les arregla el culo a las viejas. El culo de las sillas viejas, no de las personas viejas. O, ¡quizás no! ¡Me hice un harto de reír! ¿Os lo imagináis? A Tusón le interesaba la cuestión de la ambigüedad del lenguaje.

El sentido del humor tiene un poder fantástico. En las buenas conferencias encuentras breves chistes, u observaciones inusuales que, lejos de romper el hilo del argumento, nos ayudan a conectar de nuevo. En verano, en una terraza, con amistades, alguien inesperadamente hace un chiste y a continuación estalla una risa general.

No os pasa que llegáis a casa por la noche, os sacáis los zapatos, os ponéis la ropa de estar por casa y, por ejemplo, preparáis algo para cenar. Mientras con una mano cojo el bol para batir dos huevos y hacerme una tortilla cruda por dentro, con la otra abro el cajón de los cubiertos y acerco la silla a la mesa de la cocina con el pie: ¡no paro quieto! Y mientras tanto, pienso a qué hora me tengo que levantar mañana y que la próxima semana tengo que entregar el artículo a AACIC. Dentro de mi cerebro vive un malabarista torpe a quien le gusta hacer cuatro cosas a la vez. Todo el mundo a quien conozco me dice que lo tendría que controlar. Cada cual te da su receta. En algunos casos, la persona que predica la fórmula infalible no se aplica sus consejos.

En la casa donde nací teníamos dos rosales. Hacían cerca de dos metros de altura cada uno. Eran como dos árboles. Hacia abril, alrededor de San Jorge, estallaban las rosas. Al pasar por su lado percibías el olor. ¡Qué instante más agradable! ¡Los olores también tienen poder! ¡Te llenan! Los malos olores tienen el mismo poder. También llenan un instante, de nada más que ¡de mal olor!

Las sensaciones me conectan con el momento: percibir de repente el olor de una rosa fresca, dejarme llevar por el ritmo y la melodía de una música, algunas lecturas que te enganchan y no puedes dejar, también el gusto de una tortilla cruda por dentro. O en la sorpresa de un buen chiste durante una conversación. Incluso el olor de los contenedores de basura llenos a rebosar. El malabarista que habita en mi cerebro se vuelve diestro en sus juegos de manos. Por un momento, todo está bien como está. Los contenedores, pero,…

 

Jaume Piqué Abadal
Periodista, colaborador de la entidad

 

 

Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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Las mujeres y hombres mayores de 25 años del Espacio virtual de la Fundación CorAvant toman la palabra

  1. Nacer con una cardiopatía supone unos momentos de crisis que comportan un descalabro en la vida. Conocer gente que lo haya pasado y lo haya superado ayuda tanto a quién lo tiene como a quien ya lo ha tenido. Compartir nos ayuda a aprender a convivir con la cardiopatía y a aceptar el que estamos pasando en cada momento.
  2. Escucha siempre a tu cuerpo. Escucha también a los profesionales de la salud y las recomendaciones que te hagan, pero solo tú sabrás tu límite.
  3. No tengas miedo, no te rindas, no te pongas a prueba, pero tampoco te acomodes y te acostumbres a «no hacer». Propónte retos. No te compadezcas. Busca alternativas: si no puedes seguir la propuesta general del grupo, adáptala, pero no la dejes de hacer. Estate presente. Mira lo que puedes hacer, no lo que no puedes hacer.
  4. Cuando pasas un mal momento sobre el cual no puedes hacer nada para cambiarlo; por ejemplo, cuando estás pendiente de una intervención quirúrgica, con poca capacidad física, con mucha tensión por la situación…, ayuda mucho tener una ocupación, salir de la preocupación sobre la incertidumbre de tu salud y buscar algo que te llena, que tenga una meta, un final temporal: un curso, un reto, un objetivo.
  5. No te compares, ni siquiera con una persona con cardiopatía. Cada cual tiene su propia manera de vivirlo. Compárate contigo mismo, tal como eres.
  6. No te pienses nunca que eres «un enfermo o una enferma». Somos personas con una peculiaridad, concretamente, una cardiopatía. Tienes los mismos derechos a disfrutar de la vida, de forma saludable, siempre.
  7. Haz y cambia el que puedes controlar, porque aquello que no depende de ti, no lo podrás enmendar: no hace falta que des más vueltas.
  8. Te sorprenderás cómo de bien puedes estar con un corazón que dicen que funciona tan mal.
  9. Las limitaciones no son exclusivas de la cardiopatía. Todas las personas tenemos, nosotros sabemos de donde vienen y esto, a menudo, puede ser una ventaja. Es muy importante que te conozcas a ti mismo/a y como funciona tu cuerpo.
  10. Cuando eres joven con una cardiopatía y vives las situaciones que vives, eres capaz de dar valor a cosas que las personas «sanas» no valoran. Tienes más empatía y sabes reconocer las dificultades.
  11. Todas las personas enfermamos en algún momento de la vida.
  12. A menudo, lo más significativo es lo que no se dice. En momentos de crisis, busca una mirada amiga que pueda entender por lo que estás pasando y te pueda acompañar respetando el momento en que estás, sea cual sea. Al final, todo pasa.
  13. Es importante pensar que todo irá bien, pero es igual de importante tener claro que el camino no será fácil.
  14. Es crucial saber con qué cartas juegas, unas tienen calidades positivas, otros no tanto, tenemos comodines… Lo que es primordial es aprender a jugar tus cartas, a hacer los cambios adecuados, e ir haciendo partidas.
  15. Déjate sentir, incluso en los momentos difíciles, relájate, haz cosas que te llenan, no te aísles, relaciónate con los que te quieren, anda, conéctate, pinta, cocina, dibuja… La vida nos empuja a hacer o no hacer, pero hay que ver qué es lo que queremos nosotros.

 

Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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Vivir en el presente

«Vivir el presente» o «vivir ahora y aquí» equivalen al carpe diem latín, invitación a exprimir el día y atrapar la ocasión. Suele ser el recurso fácil para impulsar al desmadre cuando se dice que esto se acaba. Pero también nos aconseja a fluir con intensidad y sin condicionantes banales; nos sugiere que nos afanemos en disfrutar de la vida, que es un chollo. Con todo, la utilidad de sobrevivir solo ahora y aquí es ambivalente. O bien reporta un beneficio de inmediatez, porque nos libera de los embates que nos presionan y de las situaciones que nos comprometen, o bien engaña y nos esclaviza porque nos convierte en víctimas propiciatorias de la diosa posmoderna que la velocidad encarna. Todo hace pensar que rehuir el tiempo y vivir el instante preciso, no solo es deseable, sino la única posibilidad de radicalidad. Aun así no vamos a ninguna parte con una locución tan difícil. No nos ayuda a matizar e impone una estrategia incierta y pesimista. No mirar atrás ¿no significa negar qué éramos? ¿renegar de donde venimos? Y no mirar adelante ¿no quiere decir temer el mañana? El tiempo tiene aspectos diversos. ¿No lo habéis visto como rueda, se atornilla, se ensarta y se alisa? Lo paramos y lo perdemos. Se adelgaza, se nos muere, se hiela, se comprime, se dilata, se acelera. A veces, pesado, es insoportable. A veces, inalcanzable, se derrite entre los dedos o entre los pliegos de los recuerdos. ¿Y no lo habéis visto nunca como se enciende, vibrando o tembloroso? Por lo tanto, no tener en cuenta los cambios de ritmo del tiempo, de la vida ¿no nos amputa los sentidos? Porque es vivo, decimos que huye… y decimos que vuelve, se estira y se acorta. Es demasiado osado instalarse en el tiempo que huye, que el presente disipa. Sería un dispendio dejar de saborear el tiempo que vuelve, que el pasado conserva. Será arriesgado rehusar el tiempo que espera, que el futuro preserva. Vivamos en el presente, sí, pero sin rehusar los chips de historia y de esperanza.

 

Jaume Comas
Fundació CorAvant

 

 

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«No te levantes cada mañana pensando en tu cardiopatía, piensa en las cosas que te hacen ilusión»

¿Cómo crees que es de importante vivir el presente?

Yo siempre digo a mis pacientes que tienen que vivir en el ahora, que piensen en el presente y no en el futuro, porque no sabemos qué pasará. También les digo que miren lo que sí que pueden hacer y no lo que no pueden.

A quien tiene una cardiopatía leve, le digo que tiene buen pronóstico, que no se preocupe…, y se lo repito muchas veces, porque si no él se siente cardiópata desde que ha nacido. A quien tiene una cardiopatía más moderada, grave o compleja, le digo que la gente de mi edad ya no ha tenido las mismas opciones que ellos que tienen 20 o 30 años, porque realmente la cirugía y la tecnología han evolucionado y mejorado mucho. Y siempre les digo: «algún día quizás necesitarás operarte, pero ahora no te lo plantees porque, de momento, no hace falta, vive el ahora, y cuando sea el momento ya lo enfocaremos». Eso sí, les digo también que se cuiden y que no hace falta que quemen todas las cartas ahora.

Ahora he hecho un curso de psicología y nos enseñaron un poco a plantearnos qué tipo de paciente teníamos delante: un tierra, un aire, un agua, o un fuego; y según su tipo de personalidad, enfocar como le tienes que dar las noticias, sin engañar, porque estás diciendo el mismo, pero de la manera que ellos quieren.

Hasta ahora yo siempre les daba esperanza (yo soy aire), una puerta abierta, y me doy cuenta que hay gente que es mucho tierra y que lo que necesita es que le diga porcentajes, y yo, en cambio, le estoy diciendo aquello que a mí me gustaría que me dijeran en vez de ponerme en su lugar.

Qué curioso esto que explicas de los cuatro perfiles de personas: tierra, aire, agua y fuego. ¿Qué le dirías a una persona de cada perfil para alentarla a vivir el presente?

A quién es tierra le explicaría su situación de manera objetiva y con porcentajes, por ejemplo, de mortalidad, si es lo que me pide.

A quién es fuego también le diría de forma clara y concreta qué es lo que tiene o que le pasa, pero en este caso no harían falta porcentajes. En un primer momento, la información que recibirá, lo colapsará, pero el día siguiente ya organizará su vida en función de lo que le he dicho.

A quién es agua le explicaría suavemente las opciones que hay.

Y a quién es aire le daría siempre esperanza, le hablaría de las innovaciones, de los avances en medicina.

¿Y cómo podemos saber qué perfil es cada persona?

A la consulta yo veo muy claro qué perfil de persona tengo en frente, porque veo a menudo mis pacientes, les llevo un seguimiento, y en función de las preguntas que me hacen detecto qué perfil tiene cada uno. Por ejemplo: el tierra hace preguntas muy concretas, quiere saber qué le pasará, es reflexivo, pero también es tranquilo. El fuego es más reactivo, va más al grano. El aire es el más social, extrovertido y habla bastante. Y los que son agua son personas más introvertidas, sensibles, pausadas, que tienen la capacidad de tratar con la gente, y que acaban haciendo lo que ellos quieren.

En resumen podríamos decir que los más razonables son el fuego y el tierra. Y los más sensibles, el aire y el agua. Los perfiles más activos son el fuego y el aire; y los más introvertidos, el tierra y el agua.

Es curioso porque antes no me daba cuenta y ahora sí. Por ejemplo, puedo dar noticias a un fuego más fácilmente, porque directamente me pregunta. También me he dado cuenta que a las personas que son tierra no las tenía muy informadas, porque ellas buscan respuestas concretas y yo les hablaba de esperanza.

Lo que sí que digo a todas y a todos es que vivan el presente, esto está claro.

Vivir el presente, sí; pero ¿qué piensas de hacer una pequeña proyección hacia el futuro?

En la consulta siempre pregunto por los estudios, soy una pesada en que estudien, porque si no pueden trabajar haciendo tareas más físicas y son inteligentes, pueden despuntar en este ámbito. Siempre insisto en qué tener estudios es muy importante, en las oportunidades que te dan, en el hecho que tienen toda la vida por delante.

A la primera visita, también, hablo a las chicas del embarazo y del riesgo de la herencia de su cardiopatía; y a los chicos les comento que si algún día tienen un hijo, haremos un seguimiento del feto y miraremos también qué probabilidad de herencia tienen.

Estudios y maternidad/paternidad son dos temas que comento siempre pensando así de cara al futuro. Pero también siempre digo que se tienen que cuidar físicamente, que no consuman cosas extrañas, y que intenten hacer un poco de ejercicio.

La consulta es mucho ‘chula’, porque es una etapa muy viva, puesto que además de la cardiopatía también te hablan de sus amistades, del deporte, de parejas… Cada paciente es una explosión de energía. Pepi, que es la enfermera con quien estoy, siempre dice que la consulta es muy intensa emocionalmente. Y tiene razón. Lo es.

¿Qué consejo nos darías para empezar a aprender a vivir en el presente?

No te levantes cada mañana pensante en tu cardiopatía, piensa en las cosas que te hacen ilusión, que te llenan mucho más…

Cuando una cosa la piensas una vez y ya está, no te queda en la mente, pero si durante el día le das vueltas y más vueltas, al final se te queda grabada al cerebro y no hay manera de sacarla.

Un poco lo que tenemos que hacer es el esfuerzo de no tener el cerebro continuamente pensando que tienes una cardiopatía y los otros no la tienen. Ellas y ellos tienen otras cosas. Si sacas la cardiopatía de la ecuación o la apartas, puedes ser muy feliz; si la metes en medio, no te deja vivir.

Y yo creo que es un poco esto: piensa en el hoy y no pienses que te pasarán cosas negativas, porque todavía no te han pasado. El día que te pasen, ya las arreglaremos.

 

Esta conversación forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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«Lo primero que se necesita para vivir el presente es foco: atención plena en aquello que se esté haciendo»

Las personas que tienen una patología en el corazón y sus familias están acostumbradas a vivir al día, porque mañana puede pasar que cambie el diagnóstico o algún hecho que no esperaban. Pero no siempre es tan sencillo estar presentes. ¿Cómo lo podemos hacer?

Para estar presentes quizás el primer consejo que podemos dar es renunciar al multitasking, a querer hacerlo todo a la vez, porque ni estamos allá ni estamos aquí. Y la situación típica es cuando quedas con un amigo para explicarle una cosa importante: tú estás hablando y ves que el otro va mirando los mensajes que le entran en su Whatsapp, Messenger, Instagram… Entonces ni está en un lugar ni está en el otro. Por lo tanto, lo primero que se necesita para vivir el presente es foco: atención plena en aquello que se esté haciendo.

En los monasterios, los monjes de zen ponen la atención plena incluso en las tareas más cotidianas: cuando están barriendo, aquello es lo más importante del mundo; cuando están limpiando las patatas, aquello es lo más importante del mundo; cuando meditan, solo meditan. Pues lo primero que se tiene que hacer para vivir el tiempo presente es hacer una sola cosa con todo tu amor, con todos tus sentidos. Esto para empezar.

Y después hay todo el tema de las proyecciones mentales: tendemos a juzgar el pasado y a predecir el futuro. Para evitar estos viajes que hace la mente hacia el pasado y hacia el futuro, lo mejor que se puede hacer es, por ejemplo, abolir el tiempo futuro si sabemos que es incierto, y más aún a partir de la pandemia, de la guerra… O sea: no hablar de futuro, sino preocuparnos de lo que podemos hacer en el día de hoy. Y no pensar qué pasará en tres meses, en seis… Porque, además, la experiencia demuestra que tampoco lo acostumbramos a acertar. Un 80% de las predicciones que hacemos no pasan, sino que pasan otras cosas. Y del pasado, pues, lo tenemos que entender que es como un territorio muerto, en el sentido que en cada momento de nuestra vida hicimos lo mejor que pudimos con el conocimiento que teníamos. Quizás ahora lo habríamos hecho diferente, pero tenemos que mirar el pasado como quien mira un libro de historia, para aprender.

Me ha gustado mucho esto que dices de mirar el pasado como un aprendizaje y que quizás ahora lo haríamos diferente, pero en aquel momento no teníamos el mismo conocimiento.

Tenemos que partir de la base que en cada momento de la existencia, la gente hace lo mejor que sabe según su nivel de evolución espiritual. Tenemos que entender que somos imperfectos y estamos en formación. Somos una materia viva que está evolucionando siempre y que en cada momento hemos hecho lo mejor que sabíamos. El pasado es por no repetir errores, no merece la pena volverlo a visitar, no haremos nada. Y el futuro como que no lo podemos predecir, tampoco tenemos que gastar demasiado tiempo, a no ser que sea, no sé…, veinte minutos para reservar un avión que cogerás de aquí unos meses. Por este tipo de futuro, sí.

Una manera de practicar esta atención llena es el mindfulness o la meditación.

Sí, hay muchas maneras. El mindfulness, el nombre anglosajón laico que engloba la meditación de toda la vida, quizás es la más conocida. Pero, por ejemplo, yo considero también meditación estar leyendo un libro con el móvil apagado y con todos tus sentidos puestos en esto. Si tú eres capaz de estar 100% en lo que lees, sin mirar hacia otra cosa, ni permitir que la mente se te vaya hacia otros asuntos, también es meditación. O la meditación en movimiento: cuando sales a pasear por el bosque y solo prestas atención al peso de tu cuerpo, a la sensación de gravedad, a cómo se mueven tus pies… esto es meditación también. O sea: meditación es todo aquello que puedes hacer de manera absoluta y teniendo plena conciencia de lo que está pasando.

¿Por ejemplo, mirar por la ventana y ver pasar la gente sería un tipo de meditación?

En lenguaje cristiano diríamos contemplación. Mirar por la ventana sin juzgar, porque la meditación consiste en no juzgar. Si tú estás mirando por la ventana y empiezas a hacer hipótesis sobre quien es uno, quién es el otro, si son pareja, si no lo son… ya no es meditación. Meditación seria dedicarse solo a mirar, sin juzgar, y ver lo que pasa, como te sientes tú ante esto que ves. Esto lo puedes hacer mirando la gente, mirando las nubes, mirando el techo de tu casa…

Este tipo de meditación más activa es diferente de la meditación que siempre nos viene a la cabeza de poner la atención en nuestra respiración.

Una respiración es un ejercicio que está bien en aquellos momentos en los que te encuentras muy agobiada o con el corazón muy acelerado. Una respiración lenta que empieza en el vientre, llena los pulmones y levanta las clavículas, si la haces diez o doce veces, baja tus constantes vitales y te sientes más relajada. Pero puedes llegar al mismo estado de bienestar haciendo una actividad en plenitud. También puede ser un deporte, por ejemplo, nadando a un ritmo que sea agradable para ti, que tampoco te suponga un sobreesfuerzo; andando, corriendo… cualquier tipo de deporte que a ti te permita concentrarte y que fluyas. Lo que da sentido a la meditación es el flow.

La meditación podríamos considerarla como sanadora y también como un tiempo que te dedicas a pensar en tú o a evadirte.

La meditación, en teoría, seria no pensar, pero no pensar es imposible. Pero al menos es no pensar de forma consciente. Si tú estás meditando o mirando por la ventana y estás pensando en las facturas del mes, ya no estás meditando. Meditar es observar la mente y si te viene una idea en la cabeza, la etiquetas como pensamiento y la dejas pasar. La meditación es ser consciente de cómo te sientes, ser consciente de tu cuerpo, de lo que te dice, de lo que pasa por tu cabeza de manera random, pero no intervenir, no juzgar, ni rechazar, ni coger, sino permitir que todo pase.

¿Y recomiendas, por ejemplo, si te viene algún pensamiento apuntarlo?

No, no se tiene que apuntar. Tú solo lo visualizas y le pones una etiqueta que dice pensamiento y lo dejas pasar, y no te juzgas. Dicen que tenemos 60.000 pensamientos al día y no son válidos ni son equivocados, son solo pensamientos. Pues, tanto si es un pensamiento agradable como si no lo es, lo que tenemos que hacer es no juzgarlo ni como bueno ni como malo, sino darnos cuenta que hemos tenido este pensamiento y dejarlo pasar.

Me ha gustado mucho una frase que leí en una entrevista que te hicieron: «Cambia el pozo por el túnel, porque al final hay luz y esperanza».

Esto me lo dijo Marian Rojas. Cuando tú piensas que estás en un pozo, no hay escapatoria, te parece que estarás en la oscuridad por siempre jamás; pero cuando piensas que es un túnel y al final hay luz, entonces añades una temporalidad y sabes que por muy mal que lo estés pasando, esto durará unos días, semanas, meses, o lo que sea, y que después vendrá otra cosa. Y esto lo que te da es una visión más dinámica, más neutral de lo que es la realidad. Es como una montaña rusa donde hay momentos de éxtasis, de caída, de punto intermedio. Es muy cierto esto del túnel, porque el mismo Winston Churchill en medio de la guerra decía: «Si sientes que estás en medio del infierno, sigue andando, porque en algún momento saldrás.»

Me gustaría hablar también de tu famoso libro Ikigai traducido a más de 65 idiomas. En el libro hablas que todos tenemos un propósito o más de un propósito vital a lo largo de la vida que puede ir cambiando.

Hay gente que se ha dedicado veinte años a la enseñanza y llega un momento que esto queda agotado, que le ha dado todo lo que le tenía que dar y, de repente, quieren hacer otra cosa y se quieren
dedicar, por ejemplo, a escribir un libro, a dar cursos a maestros, a hacer un trabajo más individual…

El propósito vital es el motivo por el cual te levantas por la mañana con ilusión. Hay quién desde muy pequeño ya sabe su ‘ikigai’, esto pasa, por ejemplo, a familias de médicos donde a veces los hijos han crecido con un padre y una madre que son médicos y la pasión les viene dada desde pequeños y la continúan. Pero lo más normal es no saber qué quieres hacer hasta llegada la treintena. Al final, si no sabes cuál es tu propósito lo que tienes que hacer es buscarlo: cuando tú estás intentando saber qué quieres hacer con tu vida, esta busca ya es un ‘ikigai’, porque esto te motiva cada día a moverte.

En el libro también hablas que cuando a algo le pones nombre, es cuando empieza a existir. Me gustó mucho porque pensé que cuando a las familias les dicen qué es lo que tiene su criatura ya tienen un punto de partida, un hilo para tirar. Y me hizo gracia el paralelismo. También dices que no es bueno dejarse arrastrar por el peso del pasado y que la actitud, quizás, es casi lo único que podemos decidir.

Sí, esto es lo que dice Viktor Frankl, que a veces las circunstancias te vienen dadas, como una pandemia o una enfermedad, que tú no esperas que llegue, o que tu pareja se va, o que se muere tu padre… Estas circunstancias muchas veces no las has elegido, pero tú eliges qué haces con todo esto, como enfocas tu vida, qué aprendizaje sacas y que harás a partir de ahora. Esto es lo  que depende de ti.

Volviendo a lo que decíamos al principio de vivir con atención plena, con lo que decíamos de las distracciones, crees que nosotros podemos decir a la otra persona que nos haga caso?

Sí, de manera cariñosa. Una vez fui a un plató de televisión con Andrés Martín Asuero, doctor en psicología que llevó el mindfulness en Hispanoamérica y alumno directo de Jon Kabat-Zinn. Yo hice una cosa que hago normalmente que es que pongo el teléfono encima de la mesa, pero al revés, es decir, que se vea la funda, así no veo qué hay detrás. E, incluso, él me criticó esto. Me dijo: «Francesc, sabes que las personas importantes nunca dejan el teléfono encima de la mesa?». Y después me lo explicó: «Si tú dejas el teléfono encima de la mesa es porque tienes esto que los americanos dicen FOMO (Fear Of Missing Out), tienes miedo que el teléfono vibre, que haya una oportunidad para ti que si no la ves ahora, después se la den a otro. Pero la gente realmente importante pueden cerrar el teléfono y guardarlo en la bolsa, porque saben perfectamente que si no te encuentran ahora, te encontrarán en dos horas o seis. Por lo tanto, ¿tú te sientes importante o no importante? Si crees que tienes suficiente valor, entonces no puedes tener el teléfono encima de la mesa.» Esta es una manera cariñosa de contarlo.

Pues quizás más de una persona la usará a partir de ahora.

La gente importante no deja el teléfono encima de la mesa.

Háblanos un poco de tu último libro que lleva por nombre el saludo indio: Namasté.

Namasté significa muchas cosas. Se usa para decir hola, para decir adiós, para honrar… y una de las traducciones que se hace es «saludo la divinidad que hay en ti». Pero entendiendo que yo también soy importante, que tú y yo somos uno. Es una expresión muy bonita de unión, donde yo te reconozco a ti y me reconozco a mí en ti, y los dos estamos dentro de todo esto, y somos una unidad, un todo. Las raíces de la expresión Namasté están muy adentro de las espiritualidades indias. La no dualidad: no sentir que tú estás aquí y yo estoy allá, que tú tienes unos deseos y yo otros, sino entender que en esencia todo el mundo siente lo mismo y necesita lo mismo.

¿Y qué podemos encontrar en este libro?

Es como un curso de espiritualidad india donde se cuenta de manera muy sencilla los conceptos clásicos: el aferramiento, el karma, el peregrinaje exterior e interior, el deseo, la salud del cuerpo, de la mente y del espíritu… E incluso hay un capítulo dedicado a business, porque ahora los nuevos líderes mundiales son indios. Primero empezaron a Silicon Valley, llegó un CEO que salvó Microsoft, y después las 7-8 grandes compañías todas tienen un director indio. Ahora, en la Gran Bretaña quien lleva el país es un indio también. Esto significa algo. Y hay un capítulo dedicado a como estos líderes afrontan el mundo de la empresa y los problemas, y son miradas muy diferentes de las nuestras.

Y si son quienes gobiernan, quizás desde aquí estaría bien dar un vistazo a ver cómo son.

Cómo dice el poema de Kavafis: «Aprender de los que saben».

Como siempre se ha hecho en la vida: si a estos les va bien, miramos qué hacen. Y ya por no robarte más tiempo, me gustaría mencionar una frase del libro Ikigai: «La próxima vez que te sientas triste, incapaz o demasiado permeable a los males del mundo, rescata un momento feliz de tu vida».

Todos tenemos una despensa de lugares donde fuimos muy felices, amistades que solo pensar en ellas ya sonríes porque te gusta estar con ellas, algún maestro que tuviste, un libro que te gusta mucho y que recuerdes… todo esto son píldoras que cuando todo te parece que se te hace cuesta arriba, que te parece difícil, y que estás cansado, te pueden recordar que la vida tiene muchos más momentos bonitos que dolorosos.

Creo que esta es una práctica que tendríamos que hacer más a menudo, porque siempre recordamos más las cosas malas que nos han pasado.

Esto está estudiado por la psicología. En castellano se llama sesgo cognitivo. Las cosas negativas ayudan a la supervivencia, por eso quedan grabadas. Desde que éramos cazadores recolectores, cuando alguien comía una baya y moría, esto quedaba grabado a toda la tribu, porque recordar este hecho negativo hacía que salvaras tu vida. Y esto lo hemos ido llevando hacia nuestros tiempos, y se aplica también a las noticias: nos interesa solo aquello negativo, porque parece que si sabemos todo esto que pasa se puede salvar el mundo.

Quizás una manera de recordar las cosas buenas es practicando la gratitud.

Recuerdo una vez que entrevisté a Jostein Gaarder, el autor de El mundo de Sofia. Al final de la entrevista le pregunté si era optimista o pesimista, y me dijo: «Francesc, te diré un secreto, yo soy optimista porque he descubierto que los pesimistas son unos vagos. Cuando tú piensas que todo irá mal, que el mundo está jodido y que no se puede hacer nada, te quedas sentado. En cambio, si tienes un mínimo de optimismo, pues te activas y dices mira puedo hacer esto y pones tu granito de arena.»

Me ha gustado esta, también. Los pesimistas piensan que como que no pueden hacer nada, es mejor no moverse.

Justifican que el mundo está muy mal por no hacer nada y, de hecho, el mundo está mal por culpa de los pesimistas. Si hubieran más optimistas se ganarían más cosas, y habría más amor y menos conflictos.

Los pesimistas tendrán que buscar su ‘ikigai’.

 

Esta conversación forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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Jenny Moix: «Si buscas la paz, solo la hallarás en el presente»

Es en blanco y negro. El protagonista de la imagen es un gato, un hermoso felino atigrado y un pelín gordote. En esa plácida posición gatuna con las patitas recogidas en la que a veces duermen, pero, en este caso, está despierto. Se encuentra en plan contemplativo delante de una ventana.

No parece tener ninguna preocupación. Ni se está arrepintiendo por no haber conseguido cazar a un ratón, ni resentido con otro gato que lo arañó, ni tampoco planifica por dónde paseará mañana. Simplemente, reposa en el presente.

¡Qué envidia me da! Por eso lo tengo ahí, para que me trasmita esa sensación. Y, al menos, los momentos que lo miro, lo consigue.

¿Cómo diablos los humanos nos hemos liado tanto para no poder gozar de esta sencilla tranquilidad?

Los físicos teóricos hablan de la existencia de muchas dimensiones, creo que ya van por la once. Como psicóloga, no tengo ni idea, pero yo dos, las veo muy claras: la real y la mental. Me refiero a que la realidad va por unos derroteros y nuestros pensamientos en paralelo por otros muy distintos.

Dos planos. Está claro que el gato se encuentra en el real, y los sapiens nos pasamos la mayor parte del tiempo en el mental. Hay muchas investigaciones que lo demuestran, pero no me entretendré a citarlas, porque por poco que nos miremos lo podemos comprobar.

Si a nosotros nos colocaran frente esa ventana, seguro que se correría una cortina que nos impediría ver el paisaje, y no me refiero a una cortina de tela, sino a una psicológica estampada con pensamientos variopintos. Resulta divertido fijarnos en la importancia que le damos a las vistas al escoger la habitación de un hotel, si tenemos en cuenta que ¡No las vemos! Nuestros ojos pueden recorrer la panorámica e incluso exclamar ¡qué bonito! Pero las preocupaciones no tardan mucho en alojarse en la misma habitación. Es como si tuvieran celos del paisaje, quieren nuestra absoluta atención. Y no solemos defraudarlas.

Esta misma cortina mental determina si una planta en nuestra casa se limita a actuar de objeto decorativo o nos hace compañía. Si la descorremos, podemos notar su presencia silenciosa y si no, nos perdemos su cariño.

Lo más triste es que con nuestros seres queridos nos ocurre lo mismo.

Cuando sufrimos, ya sea por una enfermedad o por cualquier otro motivo, solemos sentirnos muy solos. Podemos incluso reconocer la preocupación de los demás y agradecer sus cuidados, pero eso no basta para notarnos realmente cerca de ellos. Y es que entre nosotros y ellos se interpone no una cortina mental, sino un grueso muro construido con ladrillos psicológicos («¿porque a mí?»; «no pueden entender lo que estoy pasando»; «algo debo estar haciendo mal»; «no podré soportarlo por mucho tiempo», …).

¿Cómo podemos dar o recibir amor con esta muralla de por medio?

Todos esos pensamientos se filtran en nuestras cabezas sin pedirnos permiso. Y se dedican a dar vueltas y más vueltas. Si nos detenemos un momento y nos fijamos en lo que hemos pensado hoy, podremos comprobar que no es muy distinto de lo que nuestra cabeza barruntó ayer. Siempre roemos las mismas ideas. Por eso, nos ponemos tan contentos cuando se cuela alguna nueva y creativa. Es como si de repente nos abrieran alguna puerta. Aire fresco.

¿Cómo podemos bajarnos de esta dimensión mental y en entrar en el precioso universo en el que se encuentra nuestro felino zen?

No soy muy amante de los tips, no creo en consejos sencillos que cambien la vida. Si funcionaran ya seríamos todos muy felices. De todas formas, voy a jugar a enumerar algunos.

  • Léete algún libro de física cuántica, o mejor un artículo cortito divulgativo (con eso será suficiente) o bien lee a Sócrates y repite con él: «Sólo sé que no sé nada». Las dos opciones son igual de válidas. Se trata de que nos demos cuenta de nuestra ignorancia. Los humanos somos demasiado arrogantes. Ser soberbios nos hace pensar que sabemos por dónde han de ir las cosas, cómo se tienen que comportar nuestros hijos, padres, parejas, amigos, … y sobre todo nosotros. Y entonces cuando la realidad no se ajusta a estas bolas mentales, sufrimos lo indecible. Y lo que es peor, somos incapaces de perdonarnos o perdonar al otro.
  • Juega a espantar moscas, primero con moscas reales y luego, cuando cojas el movimiento, haz lo mismo con tus pensamientos. A la que te venga uno que te fastidia, un auténtico moscardón, quítatelo de encima. Si has hecho los deberes y eres consciente de que no sabes nada, te resultará de lo más sencillo. Reconocerás que esa mosca solo es un insecto mental.
  • En el caso de que no hayas hecho los deberes y la mosca te atrape a ti, mírala fijamente. Clava tus ojos en tu pensamiento como si te ordenaran que pintaras un cuadro abstracto que lo representara. Normalmente los pensamientos son pensados, se presentan y zas nos engullen, ahora se trata de que los observes y te des cuenta de que son puras construcciones de tu cerebro. Créeme, sabemos hacerlo. Cuando un amigo nos explica algún problema, a veces podemos ver claro cómo es solo algo que ha montado su psique, pues se trata de hacer lo mismo con nuestras propias preocupaciones.
  • Cuando estés con alguien, descorre tu cortina mental, escúchalo sin meter tus juicios de por medio. Límitate a escúcharlo, no intentes cambiarlo, aconsejarlo, presta atención plena a sus palabras. Verás que no estás solo. Y la vida con el calor de los que nos acompañan es mucho más acogedora.
  • Y por favor, no te tomes muy en serio estos tips. Y la vida, tampoco.

Por si te apetece, adentrarte en el mundo de la mente, aquí te dejo información de mis dos últimos libros:

Moix, J. (2022). La cueva del mono. Las siete piedras de la sabiduría. Barcelona: Plataforma.

Moix, J. (2018). Mi mente sin mí. Lo único que falta en tu vida eres tú. Madrid: Aguilar.

 

Jenny Moix
Dra. en Psicología y profesora Titular de la Universidad Autónoma de Barcelona

 

Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.

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